OTRA VEZ EL VERANO
A Antonio Marín Albalate
Pasan los días. No sucede nada que haga suponer que algo distinto traerán. El pudor de las muchachas se ha esfumado con los primeros signos del verano incipiente y ebrias campan de incierta como hermosa juventud. Si te quedas mirándolas adviertes plenitud en sus ojos y preguntas inconcretas aún, la efervescencia del deseo trocada en inquietud y el agua de la vida en la que alegremente se zambullen con indisimulada ostentación. Pasan los días. Las observas. Miras con nostalgia y envidia su esplendor inconsciente y ajeno a todo... Ellas no te ven, aunque su mirada encuentre un instante la tuya y te parezcan sonreír levemente o saludarte. No pueden verte. Tú no estás allí, formas parte de un mundo que no existe para ellas aún, eres tan sólo un elemento más en el paisaje...
[NOTA:
Debió de ser ya bien avanzado junio de 2007. Volvíamos de algún acto literario en Murcia (o íbamos, la verdad es que no lo recuerdo con exactitud) en el coche de Antonio Gómez Ribelles y entre risas y chanzas hablábamos del verano ya en ciernes, el notable calor y —cómo no— de la vuelta del pudor a los armarios y de la extraordinaria plenitud de los cuerpos de los jóvenes. En esas estaríamos cuando Antonio Marín Albalate debió de leer un primer borrador de este poema, y yo debí de decir esas palabras que en tantas ocasiones —en circunstancias similares— oyera años atrás a algún amigo mayor, y que terminaron —para mi sorpresa— formando parte integrante del poema de Antonio.
Lo que no había vuelto a recordar hasta la publicación en libro del de Antonio, es que, días u horas después de la escena que acabo de abocetar, también yo mismo escribí un poema (y no el primero mío sobre el particular, de ahí el título) sobre la juventud y el verano: durante varios meses he rebuscado infructuosamente por las carpetas, hasta el punto de llegar a plantearme si no lo habría desechado y/o roto en algún momento de escasa autocomplacencia... Finalmente resultó que no, así que aquí traigo —hoy que empieza, según todos los noticiarios, una nueva ola de calor preveraniego— esta versión B del mismo, obviamente dedicada a quien lo motivó...]