8 de septiembre de 2011

Ocho de septiembre




Tantas lágrimas cubren aquel sitio,
tus palabras —aquel me gustas mucho
burlón que aún suena a gloria—,
aquel primer matiz como de hazaña
furtiva y pasajera, el aire frívolo
de aquel beso primero, tu colchón
en el suelo y tus sábanas de raso,
y aquella noche larga en la que hicimos
de todo y sobró tiempo para hablar y reírnos.

La magia del inicio, sustraída
por el velo tenaz del desencanto,
necesito invocar en estas noches
que no me pertenecen,
estas horas perdidas deambulando
de un libro para otro, buscando algún sosiego
donde sólo una suerte de aflicción
despoja de sentido las palabras,
los gestos, el silencio y el inmisericorde
trasiego de inquietudes;
invocarla en defensa tuya y mía, por que sola
perdure entre nosotros, evitándonos
la tibia enemistad de la distancia.

Ven a verme y recuerda
conmigo aquella magia, recuerda que aun ahora
nos eriza la piel un ansia grande
de fundirnos en uno, y sólo el miedo
nos libra de cumplirla, interponiendo
la amargura presente.
                                             Ven a verme
y aquí cuando me mires no habrá ese sentimiento
de lejana tristeza y de impostado
dolor, sino el momento primero, que nos salva
entre la lucidez y entre el vacío.

[Mayo-junio, 1990 - enero, 1991]

5 comentarios:

llvllurciana dijo...

Me gusta.
Te veo un poco dormido en esa foto, no? :)

Paco Bernal dijo...

Hola! Me has hecho llorar. Ha sido como encontrarme con un trozo de mi alma que no sabía que había perdido. Gracias.
(Ese es el milagro de la poesía: que un desconocido nos cuente cosas de nosotros mismos que no sabíamos que nadie más sabía).

Angel dijo...

Gracias a ti, Paco, por la visita, y me alegro de que el poema haya encontrado en ti a uno de sus lectores (él te ha hecho llorar, no yo...)

Abrazo!

Carla dijo...

Me gusta tu blog, y con tu permiso, me quedo.

Saludos.

Ángel Paniagua dijo...

Me alegro mucho de que te guste, y de tenerte por aquí, con o sin mi permiso, que lo mismo da...

Saludo!