"No podemos vivir en nuestros sueños
ni nos es dado amarlos…"
Ángel Paniagua
Porque sí, querido amigo, porque no hay
más opciones que fallarse
a uno mismo y a otros
y que de ellos te quede en el paladar
idéntico regusto a decepción.
Porque no, no queda sueño
que no te haya abandonado y, más aún
—ahora lo sabes—,
ya de joven sospechabas que ese era
el único argumento de la obra.
Cuánta razón tuvo
el príncipe de la melancolía
y aquel que temblaba al despertar encadenado
y cuánta razón tiene toda voz
que en sordo
diálogo de muertos
o perdida en el hondo callejón
del pensamiento
se atreve a hablarse a sí misma
sin consuelo de espejos ni esperar
hablar a Dios un día,
mientras ah, pero guarda
su mortal secreto y hace
como que está en el mundo, y conversa
y atiende a sus asuntos cotidianos
—tal como aconseja el sabio emperador—
y cada noche,
con la máscara disuelta en la penumbra,
se lava el rostro
y la abraza a ella, musa, fiel
aliada, sombra de aciago nombre.
[* Natalia Carbajosa me regaló este poema horas despues de la presentación en Café Ficciones Cartagena de mi plaquette Monólogos en el vacío, y con su autorización expresa (y mi agradecimiento) lo traigo hoy al blog.]