Como débiles muestras,
indudable caricia de los gestos,
se expone el arte nuestro irrepetible
de las horas distintas:
el sol de las mañanas,
las pinturas y el tiempo entre los bronces,
el pasado mirándose sin luz y el diminuto
consuelo de los ojos,
la trampa del silencio acumulando
salobres emociones, la escalera
que baja hacia la sombra sembrada de momentos,
de bocetos impropios, sin valor y sin firma,
la ceniza vestida de palabras
y el brillo indiferente
de su pálido gris tan ordenado.
1 comentario:
Ha merecido mucho la pena esperarte .
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