Se cumplen hoy dos años desde que empecé este blog celebrando el Día Internacional de la Mujer que cumple ahora cien años, con una entrada en la que daba cuenta de un desafortunado comentario machista, una pequeña pero significativa anécdota ocurrida durante un concierto-homenaje de cantautores murcianos a Luis Eduardo Aute, después de una lectura suya en la universidad de Murcia. Ni esa ni ninguna de las cuarenta y dos entradas posteriores (incluyendo tres que siguen en estado de borradores) da cuenta per se de un denominador común, porque en ningún momento pretendí que este fuera un blog temático al modo de los muchos que conozco y sigo con mayor o menor asiduidad, así que, llegados a este punto, parecía oportuno responder a algunas cuestiones que directa o indirectamente se me han planteado desde entonces.
Este no es un blog de actualidad, por mucho que un alto porcentaje de mis horas de consumo televisivo se lo lleven los canales de noticias y las tertulias políticas, y por más que sean los vicios y defectos del sistema político español y de la sociedad que lo sustenta que me estomagan y que con gusto entraría a comentar o debatir (de hecho lo hago a diario con familiares, amigos y conocidos), pero arrogarme el papel de periodista o columnista de opinión pagado de mí mismo —en sentido tanto figurado como real— no es una de mis ambiciones: soy demasiado consciente de mi carácter disperso e indisciplinado como para autoimponerme la tarea de ir dando cuenta por escrito de acontecimientos que van sucediéndose en España y en el mundo a un ritmo tan vertiginoso que puede que en un lapso de tiempo mucho más breve de lo que esperamos o podamos llegar a creer lo hayan transformado profundamente, y mucho me temo que no para mejor.
Aunque en un par ocasiones haya hablado de fútbol e incluso colgado un a modo de poema celebratorio de un jugador concreto, este no es un blog de fútbol, un deporte que me gusta pero que cada vez veo menos por la irracionalidad de los espectadores, la brutalidad en el campo consentida o sancionada por los árbitros según de qué equipo sea el jugador, las competiciones adulteradas desde la federación —me refiero al caso español, que es el que conozco de cerca: ¿alguien ignoraba allá por noviembre quiénes iban a jugar la final de la Copa del Rey?—, los locutores que no se molestan en ocultar su afinidad o entusiasmo por una escuadra determinada ni su condescendencia o abierto desdén por el resto, o la rotunda negativa (en pleno siglo XXI) a introducir avances tecnológicos que evitarían situaciones injustas y ridículos bochornosos como el del pasado Mundial (si se introdujera la tecnología se reducirían los "errores" arbitrales y con ellos las posibilidades de amañar desde la federación los partidos, y entonces a lo mejor ganaba la rimbombante Liga BBVA un equipo distinto del Barça o el Real Mierdrid y ¡ah, no!, hasta ahí podíamos llegar). Un deporte, en fin, en el que mandan los intereses económicos, y el dinero prefiere lo zafio, lo gregario, lo manipulable...
Ni es este un blog de ópera o música clásica (que los hay —algunos magníficos— enlazados en apartado propio en el bloguerío de la columna derecha) aunque ambas sean algo para mí tan importante o más que la lectura —en especial desde que mis desigualmente astigmatizados ojos empezaran a frecuentar una amistad tan poco recomendable como la de la presbicia— y haya dado cuenta de alguna producción en cuyo libreto se me invitó amablemente a participar (con un texto que después aproveché para matizar y ampliar aquí) o del fallecimiento de algunos cantantes señeros, cuyas interpretaciones no podrán borrar las buenas o mejores que han venido y vendrán después, porque son —cuando menos— parte de la formación de mi memoria auditiva, y el subconsciente tiende a comparar cualquier nueva interpretación de una ópera o pieza musical con la primera que oímos de esas obras.
Y tampoco es un blog de cultura en general ni de literatura o poesía en particular (aunque circunstancialmente haya dado cabida en él a poemas propios o ajenos, o me haya hecho eco de la aparición de los nuevos números de revistas literarias en las que he colaborado, o del libro de algún amigo que tuvo a bien pedirme unas palabras para su presentación), ni de comentario, reseña o crítica de libros, por las razones que pueden deducirse fácilmente de lo ya dicho —en esta y en alguna entrada anterior— y otras muchas que tienen más que ver con "las numerosas miserias inherentes a la condición humana mortal", por decirlo con palabras de Karol Wojtyła: no soy ningún bicho raro y —aunque a veces pretenda lo contrario— me importan y afectan las actitudes de los demás o la ausencia de ellas ("for there is only one thing in the world worse than being talked about, and that is not being talked about"); pero fundamentalmente porque las editoriales no parecen estar interesadas en lo que pueda opinar en su blog un autor del que apenas nadie habla y al que nadie o casi nadie tiene interés en leer, y —como acaba de escribir (aquí) mi buen vecino Santiago Delgado— "el mercado es sabio y dispone según arcanos inextricables sus decisiones. Inútil y engreído es quejarse". Tiempo habrá en sucesivas entradas de volver a incidir (o no) con más detalle en estas y otras cuestiones; por el momento, gocemos de la inmensa libertad de estar fuera de ese juego de gabelas e intereses.
Este no es un blog de actualidad, por mucho que un alto porcentaje de mis horas de consumo televisivo se lo lleven los canales de noticias y las tertulias políticas, y por más que sean los vicios y defectos del sistema político español y de la sociedad que lo sustenta que me estomagan y que con gusto entraría a comentar o debatir (de hecho lo hago a diario con familiares, amigos y conocidos), pero arrogarme el papel de periodista o columnista de opinión pagado de mí mismo —en sentido tanto figurado como real— no es una de mis ambiciones: soy demasiado consciente de mi carácter disperso e indisciplinado como para autoimponerme la tarea de ir dando cuenta por escrito de acontecimientos que van sucediéndose en España y en el mundo a un ritmo tan vertiginoso que puede que en un lapso de tiempo mucho más breve de lo que esperamos o podamos llegar a creer lo hayan transformado profundamente, y mucho me temo que no para mejor.
Aunque en un par ocasiones haya hablado de fútbol e incluso colgado un a modo de poema celebratorio de un jugador concreto, este no es un blog de fútbol, un deporte que me gusta pero que cada vez veo menos por la irracionalidad de los espectadores, la brutalidad en el campo consentida o sancionada por los árbitros según de qué equipo sea el jugador, las competiciones adulteradas desde la federación —me refiero al caso español, que es el que conozco de cerca: ¿alguien ignoraba allá por noviembre quiénes iban a jugar la final de la Copa del Rey?—, los locutores que no se molestan en ocultar su afinidad o entusiasmo por una escuadra determinada ni su condescendencia o abierto desdén por el resto, o la rotunda negativa (en pleno siglo XXI) a introducir avances tecnológicos que evitarían situaciones injustas y ridículos bochornosos como el del pasado Mundial (si se introdujera la tecnología se reducirían los "errores" arbitrales y con ellos las posibilidades de amañar desde la federación los partidos, y entonces a lo mejor ganaba la rimbombante Liga BBVA un equipo distinto del Barça o el Real Mierdrid y ¡ah, no!, hasta ahí podíamos llegar). Un deporte, en fin, en el que mandan los intereses económicos, y el dinero prefiere lo zafio, lo gregario, lo manipulable...
Ni es este un blog de ópera o música clásica (que los hay —algunos magníficos— enlazados en apartado propio en el bloguerío de la columna derecha) aunque ambas sean algo para mí tan importante o más que la lectura —en especial desde que mis desigualmente astigmatizados ojos empezaran a frecuentar una amistad tan poco recomendable como la de la presbicia— y haya dado cuenta de alguna producción en cuyo libreto se me invitó amablemente a participar (con un texto que después aproveché para matizar y ampliar aquí) o del fallecimiento de algunos cantantes señeros, cuyas interpretaciones no podrán borrar las buenas o mejores que han venido y vendrán después, porque son —cuando menos— parte de la formación de mi memoria auditiva, y el subconsciente tiende a comparar cualquier nueva interpretación de una ópera o pieza musical con la primera que oímos de esas obras.
Y tampoco es un blog de cultura en general ni de literatura o poesía en particular (aunque circunstancialmente haya dado cabida en él a poemas propios o ajenos, o me haya hecho eco de la aparición de los nuevos números de revistas literarias en las que he colaborado, o del libro de algún amigo que tuvo a bien pedirme unas palabras para su presentación), ni de comentario, reseña o crítica de libros, por las razones que pueden deducirse fácilmente de lo ya dicho —en esta y en alguna entrada anterior— y otras muchas que tienen más que ver con "las numerosas miserias inherentes a la condición humana mortal", por decirlo con palabras de Karol Wojtyła: no soy ningún bicho raro y —aunque a veces pretenda lo contrario— me importan y afectan las actitudes de los demás o la ausencia de ellas ("for there is only one thing in the world worse than being talked about, and that is not being talked about"); pero fundamentalmente porque las editoriales no parecen estar interesadas en lo que pueda opinar en su blog un autor del que apenas nadie habla y al que nadie o casi nadie tiene interés en leer, y —como acaba de escribir (aquí) mi buen vecino Santiago Delgado— "el mercado es sabio y dispone según arcanos inextricables sus decisiones. Inútil y engreído es quejarse". Tiempo habrá en sucesivas entradas de volver a incidir (o no) con más detalle en estas y otras cuestiones; por el momento, gocemos de la inmensa libertad de estar fuera de ese juego de gabelas e intereses.
Faltaría, con todo, a la verdad si no dijera que a lo largo de este tiempo —sin pedirme ni sugerirme implícita o explícitamente que escribiera sobre ellos en el blog— algunos poetas me han hecho llegar amablemente sus libros, la mayor parte de los cuales leí —y el resto sigo leyendo— al ritmo que la vista me permite, y no quiero dejar de siquiera mencionar aquí sus nombres: son (por orden alfabético) Mari Cruz Agüera, Virginia Cantó, Juan de Dios García, Antonio Llorente Abellán, Mario Lourtau, Antonio Marín Albalate, Cristina Morano y Alfredo Rodríguez. Alguno además me ha facilitado no sólo los suyos sino también los de otros poetas, bien porque me haya oído mencionarlos o porque ha pensado que me gustaría leerlos, y así me acompañan estos días las últimas entregas de José María Álvarez y José Daniel García. Debo consignar también aquí el envío de algunas muestras de su catálogo (la antología Planetario y tres cuadernos de la colección "Planeta clandestino") que me hicieron los amigos de Ediciones del 4 de agosto por mano de Jorge Salmerón, uno de los miembros de su consejo editorial.
Una pequeña pincelada biográfica para terminar. No soy ningún ángel (antes bien al contrario) y a veces me autoengaño fingiendo que carezco de principios, pero quienes me conocen bien saben que alguno tengo, que soy profundamente fatalista (y por ende vitalista), que me he ido volviendo con los años cada vez más esquivo y taciturno y que he perdido casi por completo la fe en la amistad —entre muchas otras cosas. En eso andamos, en el casi...
19 comentarios:
Muchas felicidades por estos dos años, ¡y que cumplas muchos máááásss!, y nosotros los leamos.
Este blog me gusta, trate de lo que trate, y te felicito por estos dos años con él. Es uno de los primeros que seguí y aquí estoy.
Apasionado, pesimista, vitalista, incisivo, desengañado, entregado... Ángel, una persona, un ser no plano. Me basta.
Un abrazo bien fuerte.
Me gustó descubrir que alguien a quien admiro tanto escribía un blog, y desde entonces lo leo siempre. Enhorabuena Ángel, por todas las entradas, literarias o no.
Siempre te tomas la molestia de ajustar las palabras a tus ideas con gran coherencia y acierto, y algo así debe siempre ser celebrado. ¡Feliz blogniversario, Ángel!
Enhorabuena Ángel por esta celebración,muchos somos los que en su momento nos aventuramos a meternos a blogueros, con mayor o menos acierto, pero son pocos los que mantienen su actividad con algo de interés para el resto del mundo. No sé lo que pensarán las editoriales, ni los criticos sobre lo que es o no interesante, lo que sé es que casi siempre se equivocan y no coincide con lo que me interesa a mí. Lo que escribes me importa y además lo leo, así que puedes estar seguro de que al otro lado de tus palabras hay alguien celebrándolas. Un fuerte abrazo.
Mari Cruz Agüera
Felicidades a ti por cumplir esos dos años, y a nosotros por gozarlos. Un abrazo.
Felicidades por dos años de ajustes, coincidiendo con el Día de la Mujer, y también con el día de San Juan de Dios, coño, que nadie se acuerda.
:)
¡¡¡Jué, pos felicidades, loco, no tenía ni idea!!! Por cierto estás missing, el otro día en el recital de Joseda me dijeron que tenías a la cría malica...
Enrique, Isabel, Carolina, Jose, Mari Cruz, Santiago, me alegra mucho soplar las velas en tan grata compaña, muchísimas gracias a todos por la visita y los ánimos.
Felicidades Ángel. Te leo con agrado cuando escribes de ópera, de poesía, de fútbol... Me gusta leerte siempre.
No pierdas ese "casi" o estarás perdido.
Un abrazo.
Por cierto, mi próxima entrada estará dedicada a ti, por poeta.
Un abrazo.
¡Muchísimas gracias también a ti, querido Thornton! La verdad es que el casi es el lugar natural de los humanos, si lo pensamos bien: por mucha seguridad y estabilidad que querarmos crearnos alrededor, sabemos que el más leve bostezo del planeta nos manda a freír espárragos (por cierto, ¿los has probado en tortilla?... ¡Riquísimos!)
Y por cierto, cuidado con lo que haces, o me vas a sacar los colores y tendré que tomarme un par de cervezas de más en el Club para disimularlos...
Abrazos.
Sabedor de tu reconocida modestia, me limitaré a dedicarte el artículo, a mostrar unos versos tuyos y las portadas de algunos de tus libros. Nada más.
La entrada se titulará "Primavera de los poetas" y en ella expreso mi devoción por la poesía y mi admiración por los poetas a propósito del 21 de marzo.
Un abrazo.
Recuerdo la noche del concierto que dio lugar a tu primera entrada, de nuestra conversación sobre aquel comentario machista...
Hasta ahora.
Felicidades, que sigas.
Un abrazo.
Me encantaría felicitarte en catalán pero no me sale.
Salud, en cualquier caso.
Un beso muy grande. Sin "casi"
Antonio yo también recuerdo siempre aquella tarde-noche de música y versos, y lo bien que lo pasamos con el otro Antonio (Marín Albalate), lo que pudimos reírnos en Zalaca, en fin, qué de buenos recuerdos...
Leo, en catalán o en castellano, te lo agradezco igual, a ver si bajas a vernos antes... iba a decir de que algún terremoto se nos lleve por delante también, pero no sé...
Carmen, gracias. A los tres, muchas gracias y un abrazo!
Felicidades por el aniversario y el blog.
No lo visito cuanto debería, pero siempre que lo hago, me paro a leer y a pensar, solamente por eso, ya me gusta.
Me gusta mucho esta entrada, Ángel. Besos
Gracias, Joaquim, casi puedo decirte lo mismo de tu "tierra lejana", Un abrazo.
Y un abrazo y gracias para ti también, Anica...
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