22 de marzo de 2013

Personas, poemas, comentarios...




Dos personas (poetas amb@s) decidieron anoche —al término mismo del recital que compartimos Manuel Pujante y yo en La Puerta Falsa, y en medio de los típicos parabienes, abrazos y felicitaciones de rigor— consideraron, decía, que ése era el momento más a decuado para decirme lo excesivamente largos y excesivamente narrativos que son en general muchos de mis poemas, y en concreto algunos de los que acababa de leer momentos antes... Presumieron —incluso— de no haber oído algunos porque "me tuve que salir a fumar, me carga mucho tanto endecasílabo junto..."

Independientemente de mi mayor o menor grado de amistad y/o afinidad con ellas (que la relación personal no tiene nada que ver con esto, y de hecho va a seguir la misma que teníamos hasta hoy) he tenido que reconocer ante mí mismo (y puedo asegurar que es muy duro enfrentarse a la propia conciencia por estas cosas) que he estado casi diez años semiparalizado (poéticamente hablando) por opiniones así, de personas a las que quería y quiero, pero de cuyas opiniones y juicios sobre poesía —tan alegremente expuestos y/o expresados— sólo puedo decir que —hasta ahora— las respetaba y creía compartirlas (y me cuasi paralizaron creativamente, lo repito)... He dicho bien, hasta ahora: hoy puedo decir que respeto esas opiniones, pero también que no las comparto y —desde luego— que no recuerdo haber obrado así en casos similares (que los dioses me perdonen si me falla la memoria), y que mi actitud es totalmente opuesta en estos temas a la suya...

En una ocasión reciente, presentaba yo el libro de una persona a la que no sólo quiero, sino que admiro su obra (por muchas cosas que crea que puede mejorar, que ese es muy otro asunto) y nada más terminar el acto (al levantarme de la mesa para dejar que esa persona atendiera y firmara ejemplares de su libro a quienes iban acercándose) alguien me abordó para decirme —allí mismo, así, como en aparte— sus opiniones sobre (y/o discrepancias con) los poemas que acababa de oír: "Ahora no es el momento para eso —le respondí cortándole de inmediato— ni yo soy (en cualquier caso) la persona a quien se lo tienes que decir..."

De verdad que me parece tan tautológico (vulgo "tan de Perogrullo") que me asombro de que la gente siga creyéndose que puede ir de esa manera por la vida: vamos a ver si lo entendemos, que es bien sencillito: que no se puede (ni aunque sea vistiéndolo de bromitas y chascarrillos de "buen rollete") tirar así por tierra el trabajo de años una persona; mucho menos a la salida misma de un acto que (para mí) fue gratísimo y hermoso (por con quién compartía mesa y por toda la gente que —desde más cerca o desde más lejos— quiso venir a acompañarnos a ambos); y mucho menos aún sin mancharse las manos: cuando a mí me dejan poemas (o conjuntos/libros de poemas, y me dejan bastantes), me mancho las manos, señores, me mojo y pongo allí por escrito lo que opino de cada, no diré fallo, sino simplemente discrepancia con el/la autor/a, pongo allí por escrito no sólo las razones de esa discrepancia, sino una o más posibles alternativas (y a veces me tiro horas devanándome los sesos para encontrar esas alternativas... "Gilipollas" –dirán algun@s–... Vale, pero me sale así, y así lo hago)...

Añadiré que —por lo demás— hacer eso delante de zagales que están empezando no es ya una falta de respeto y/o educación para conmigo, sino un error grave, una actitud despreocupadamente atrevida y peligrosa, porque algun@s de ell@s están en un momento crucial de su desarrollo literario, en el que cualquier palabra mal dicha u opinión no adecuadamente expresada, puede llegar a decepcionarles hasta el punto de hacerles abandonar el ejercicio de la literatura...

Y yo hago ahora esto (expresar todo lo antedicho aquí, públicamente) no por es@s personas, sino por mí, por una nueva actitud ante la vida en todos sus aspectos, y una nueva manera de enfrentarme a las cosas vitales (y las literarias lo son) de las que ya no estoy dispuesto a abajarme… Que nadie se confunda, no estoy defendiendo mi obra en concreto o un tipo de poesía en general (la "poesía narrativa", por decirlo con la expresión que —con marcado tono peyorativo— tuvieron a bien usar anoche)... Cada cual es muy libre de escribir el tipo de poesía que le dé la gana (e ítem más de leer y/o apreciar la que le dé la gana)... Pero contraponer ese tipo de poesía, el que ell@s prefieren escribir y/o leer, con la de los demás, es bigardía u osadía burda; y si en lugar de contraponer lo que pretenden es "sobreponer" de lo que estamos hablando es simplemente de una profunda ignorancia...

Dicho queda.

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