(Arrasando costa de Iwanuma, norte de Japón © AP Photo/Kyodo News/El Pais)
TSUNAMI
Sólo una intención, un caudaloso
océano que anega de repente,
cultivos o jardines, casas, vidas,
destrucción repentina, limo fértil,
los abrazos y lágrimas que siguen,
los gritos, las sirenas,
helicópteros, aspas, torbellinos
de barro levantándose
sobre el breve hormiguero horrorizado
y una nota pedal: el ominoso
sonido —sordo y seco— de la lengua
de mar arremetiendo contra todo...
Después silencio y humo.
y una nota pedal: el ominoso
sonido —sordo y seco— de la lengua
de mar arremetiendo contra todo...
Después silencio y humo.
A pocos metros, cientos de objetivos
en busca de la imagen
más impactante, añaden poco al puro
espectáculo de la naturaleza
mostrando su dominio,
mostrando su dominio,
dictando una vez más su ley, haciendo
valer su poderosa
razón irracional frente a nosotros.
Sólo una intención sin meta, ajena
a dolor o piedad humana alguna,
altiva, inexorable, indiferente.
21 comentarios:
Ángel, he colocado tu enlace en mi última entrada, quisiera compartir este poema con el resto de thorntonianos.
Espero no haber abusado en exceso.
Un abrazo.
Sabes que no, bien al contrario, me parece estupendo que lo hayas hecho y te lo agradezco de veras.
Un abrazo desde aquí para todos los thorntonianos, empezando, claro, por su presidente.
Lúcido y exacto poema.
Un saludo.
Un punto de vista distinto y ¡tan bien escrito!
Besos y más besos
Lúcida reflexión con la sensibilidad de un poeta. Los desastres naturales parece que son mejor asimilados por el ser humano que lon inflingidos por los propios congéneres, a menudo teñidos de ensañamiento y siempre con la sinrazón presente. Gracias Angel.
Aunque nos creemos dioses, somos seres minúsculos ante la naturaleza.
Hermoso y emocionante poema en estos días condolidos con Japón.
Un abrazo, estimado Ángel.
El espectáculo de la naturaleza, supera siempre cualquier ficción
la crueldad enfervorecida del sunami, asusta, mata y deja desolación gratuita...
Un poema lleno de hermosas palabras que chocan con las crueles palabras para calificarlo.
Te visito y te leo y con tu permiso me quedaré por aquí un ratico.
Besicos.
Mamen, Lola, Mariano, Isabel, muchas gracias, también para ti, Cabopá, y ya sabes, todo el tiempo que quieras o necesites... Y a todas/os un abrazo!
Un poema sin falsos adornos, como requiere el tema. Felicidades.
Salu2plyhrobo
Hablar de intención es hablar de interés (de finalidad, de voluntad) y eso es algo que yo no veo en la naturaleza más allá del que pueda tener el ser humano egoísta y morboso.
Un abrazo.
Gracias ParKer. Gracias también por tu comentario Jose, aunque pienso que con demasiada frecuencia caemos en el error antropocéntrico de considerar la voluntad como algo privativo del ser humano, inseparable de la auto-consciencia y de la capacidad de raciocinio. Pero dejando al ser humano de lado, todos los organismos vivos hay voluntad (inconsciente si quieres, pero voluntad) de pervivencia; como suma de organismos vivos, yo sí veo en la naturaleza voluntad de reinstaurar SU orden en contra de las acciones del ser humano, e intención es determinación de la voluntad en orden a un fin.
Soy antropocéntrico, pero considero al ser humano (y sus acciones) como parte de la naturaleza, y no como algo ajeno que ha venido a alterar el orden de las cosas. Somos una mas de esas cosas y no creo que la naturaleza se esté defendiendo de nosotros cuando suceden catástrofes como la de Japón. Hay leyes naturales pero no creo que haya finalidad; podemos racionalizar el mecanismo pero no entender las razones últimas, porque no creo que las haya y porque el azar juega un papel demasiado importante (aquí aflora el darwinista que llevo dentro). Prefiero pensar que estas catástrofes son fruto del azar en lo que a orden natural se refiere, porque si no deberíamos vivir mucho más atemorizados de lo que ya intentan que estemos. Y la ciencia moderna apunta en esa dirección. Se nota que tú eres un poeta, porque sólo desde la ensoñación lírica se puede afirmar que la naturaleza tenga un plan consistente en volver a un estado anterior al de los actos humanos sobre (y contra) la tierra. Y que conste que me encantan ese tipo de ensoñaciones y desde ese punto de vista admiro tu poema, pero me inclino por una naturaleza sin programa, sin guión, sin intencionalidad, desmitificada. Lo contrario es sacralizarla y sabemos que eso acaba siendo peligroso porque a la gente le da por sacrificar corderos y, en el peor de los casos, incluso, alguna que otra virgen.
Bromas a parte, me parece un debate interesantísimo al que he querido aportar mi punto de vista siempre dentro del marco de la cordialidad y el afecto que nos tenemos desde hace tiempo, pero de verdad que cuando leo frases del tipo "determinación de la voluntad en orden a un fin" en el contexto de las catástrofes naturales, me entra un yuyu que no te puedes ni imaginar.
Un abrazo fuerte.
En medio de tanto dolor los poetas podéis traernos belleza. Me refiero, claro está, a los buenos poetas.
Besos.
Muchísimas gracias, Gloria, por la parte que me toca.
Jose, entiendo perfectamente que has querido aportar tu punto de vista en el marco de la cordialidad y el afecto que nos tenemos, pero no entiendo el yuyu que dices que te entra al leer la frase determinación de la voluntad en orden a un fin, que es sólo la definición que el diccionario de la RAE da de intención. Y desde luego no entiendo ni comparto tu apreciación de que Se nota que tú eres un poeta, porque sólo desde la ensoñación lírica se puede afirmar que la naturaleza tenga un plan consistente en volver a un estado anterior al de los actos humanos sobre (y contra) la tierra, porque me deja como poeta y como persona en una posición incómoda.
Desde el momento en que leí tu comentario entendí que tu postura (la que expresan tus palabras) partía del antropocentrismo, cosa que respeto profundamente pero no comparto, ni como poeta ni como persona... ¿Que por qué hago esta diferenciación? Pues porque tú la has planteado implícitamente en lo que acabo de citar. No hay esa división en mí como no la hay en un poema entre "fondo" y "forma" (en el instituto recuerdo que los profesores insistían en que ese distingo era sólo a efectos pedagógicos). Y me viene a la cabeza ahora el prefacio de Gil de Biedma a «Compañeros de viaje», donde dice aquello de que
Muy pobre hombre ha de ser uno si no deja en su obra - casi sin darse cuenta- algo de la unidad e interior necesidad de su propio vivir. Al fin y al cabo, un libro de poemas no viene a ser otra cosa que la historia de un hombre que es su autor, pero elevada a un nivel de significación en que la vida de uno es ya la vida de todos los hombres o, por lo menos - atendidas ya las inevitables limitaciones de cada experiencia individual- de unos cuantos entre ellos.
Lo que quiero decir es que como persona pienso lo mismo que expreso como poeta, y desde luego mis convicciones no son en modo alguno ensoñaciones sino parte integrante de mi particular Weltanschauung (forjada a lo largo de años de estudios y lecturas y largas discusiones) y son precisamente lo opuesto en esto a las tuyas; llámalo biocentrismo, fisiocentrismo o como quieras (aunque entiendo que esos términos los cargan muchos interesadamente con significados extremistas, y entiendo el peligro de los είδωλα al que aludes). Aunque tú y muchas otras personas más no las compartan (como no podía ser de otra manera) el poema participa plenamente de esas convicciones, como muchos otros que he escrito. Te dejo aquí como ejemplo (en el siguiente comentario, en este ya no me caben) un par de ellos, uno publicado en 2004 en Una canción extranjera y otro aún inédito en libro, pero publicado en otra entrada de este mismo blog [http://ajustesyotrascuentas.blogspot.com/2009/07/de-virus-y-hombres.html]
FUTURO SALVAJE
(Variación sobre un tema de José Emilio Pacheco)
Estuve viendo anoche un curiosísimo
documental sobre los seres vivos
y el clima y condiciones del planeta
en quinientos o cien millones de años.
Se trataba de hipótesis basadas
en las leyes de Darwin o Jay Gould:
sugerentes, hermosas, atrevidas
incluso, pero hipótesis al cabo.
Era un mundo de algas y de seres
extraños, descendientes muy lejanos
y cambiados de nuestros gatos, cerdos,
comadrejas o martas cibelinas.
Un mundo de algún modo primigenio
otra vez, valdría decir un mundo
renaciente. Y un mundo —lo repito,
cien millones de años de distancia—
sin los grandes mamíferos que hoy día
señorean los mares y las tierras.
Un mundo sin ballenas ni delfines,
un bellísimo mundo sin humanos.
DE VIRUS Y HOMBRES
Somos seres extraños e imperfectos
en un mundo que no nos pertenece,
que no nos necesita y cada cierto
tiempo agita con fuerza sus entrañas
matándonos a miles, a decenas
de miles, demostrando una y otra
vez que sus esquemas no coinciden
con los nuestros, mostrando que su lógica
no se ajusta a la nuestra, no contempla
las premisas sobre las que construimos
nuestras vidas, hogares, relaciones,
convicciones que implican transformarlo,
alterarlo, mudar sus equilibrios
y agudizar así la inconsistencia
de nuestro ser-aquí. Tan sólo somos
una insana excrecencia, un simple virus
incapaz de mutar y programado
desde siempre para autodestruirse.
Terrible y hermoso, a la vez, tu tsunamipoema.
Una ola sin dudas,
como si pensara.
Ángel, me da yuyu esa definición de intención ¡¡"en el contexto de las catástrofes naturales"!! (te habías olvidado de este complemento) porque significa que, en la tragedia que nos ocupa, la naturaleza tenía un plan para aniquilar a todos esos japoneses, y eso es tanto como decir que lo merecían. Admitir algo así no conduce más que a vivir atemorizados por cuándo nos va a tocar a nosotros, y yo al menos prefiero vivir sin miedo.
La naturaleza sigue su curso y no hay en ella un fin determinado. Tú dices que sí lo hay y que además éste consiste en acabar con los seres humanos. ¿No te parece eso un antropocentrismo en toda regla? Detesto el papel que el ser humano en conjunto está jugando en el planeta, pero la naturaleza es demasiado grande, demasiado poderosa, no tiene que preocuparse por ese virus que se autodestruirá a sí mismo (como expresas en DE VIRUS Y HOMBRES) sin que ella tenga que hacer ningún esfuerzo al respecto. Nosotros seremos los responsables de nuestro propio exterminio y el planeta seguirá su curso sin inmutarse. No seremos la primera especie que desaparece, ni la última. Reflexioné sobre todo esto en mi blog en una entrada breve que titulé "El estornudo de la hormiga" que me encantaría que visitaras.
Con el término "antropocentrismo" también se suelen hacer tantas trampas como malas interpretaciones. Desde el momento en que el ser humano se posiciona filosóficamente respecto a su exitencia, lo hace de forma antropocéntrica. Llámalo concepción del mundo, llámalo cosmovisión, llámalo Weltanschauung. Tú mismo dices que la tuya es particular, no es la de un olivo, no es la de la roca volcánica, no es la del vecino del quinto. El problema del antropocentrismo es cuando se vuelve egoísta o incluso excluyente. Yo también tengo mi cosmovisión particular que es la mía y no puede ser la de nadie más, ni mejor ni peor que la del vecino del quinto al que respeto, igual que quiero respetar la del olivo y la de la roca volcánica si de algún modo la tuvieran. El problema es que el ser humano en su conjunto no respeta a nadie ni a nada. En ese sentido comparto lo que expresas en tus poemas.
Al referirme a ti como poeta y aludir a ensoñaciones líricas, no pretendía hacerte ningún desprecio, todo lo contrario. Muy mal he debido expresarme. Leyendo otra vez tus poemas y tus comentarios, entiendo que según tú lo del tsunami ha sido un castigo merecido, y comprenderás que por muy duros que tú y yo seamos con la raza humana, algo así es mejor expresarlo sólo poéticamente, por diferenciarlo del ensayo filosófico o científico. Esa es la distinción que pretendía hacer, no la del poeta y la persona, que sé que en ti son una misma cosa, y de gran altura.
Me gusta mucho ese prefacio de Gil de Biedma, el cual, por cierto, me resulta muy cómodo de leer desde el antropocentrismo ("unidad e interior necesidad de su propio vivir", "la historia de un hombre que es su autor", "cada experiencia individual") no excluyente ("la vida de uno es ya la vida de todos los hombres").
En esto de los blogs cuesta encontrar a alguien con el que ir más allá de las adulaciones. Prefiero la controversia, pero ésta sólo cobra sentido con un interlocutor válido. Tú lo eres, y mucho.
Un abrazo fuerte y espero que mi palabra no sea la última en este debate.
Jose, me halaga que me consideres un interlocutor válido, a mí también me gusta la controversia, pero me abruma un poco por escrito, son tantos los puntos que a uno le gustaría puntualizar y aclarar que cada nueva respuesta va doblando en espacio a la anterior... Soy consciente de mis contradicciones (la mayor y fundamental aquí, considerar al ser humano como una excrecencia, siendo parte de la especie), y no me había olvidado del complemento en el contexto de las catástrofes naturales. Aunque puesto aquí como homenaje y recuerdo de la catástrofe de estos días en Japón, el poema es de 2005 —del 12 de abril de ese año el primer borrador— y supongo que surgió a raíz de aquel otro maremoto que el 26 de diciembre de 2004 asoló las costas de Indonesia. Quiero decir que no creo que se deba leer el poema (éste o cualquier otro) tratando de adecuarlo al hecho concreto del instante concreto porque eso termina empobreciéndolo, y desde luego no creo que pueda inferirse de él que en esta tragedia la naturaleza tuviera un plan para aniquilar a todos esos japoneses ni que de algún modo se lo merecían. Creo que hay que medir mucho las palabras —y lo intento—para no pisar el muy resbaladizo terreno de las responsabilidades en esta tragedia concreta (porque eso daría para horas de discusión cara a cara, por escrito ni te cuento). En cuanto a Admitir algo así no conduce más que a vivir atemorizados por cuándo nos va a tocar a nosotros, y yo al menos prefiero vivir sin miedo, estoy de acuerdo y entiendo y respeto tu postura, pero yo (lo he dicho muchas veces, también aquí en el blog) soy fatalista y creo que se debe vivir lo más plenamente posible, desde el convencimiento de que antes o después nos va a tocar a nosotros. Y todo esto, claro, es una interesantísima contraposición de opciones de pensamiento y vitales, pero que ya empieza a tener poco que ver con el poema…
Dices que la naturaleza es demasiado grande, demasiado poderosa, no tiene que preocuparse por ese virus que se autodestruirá a sí mismo (…) sin que ella tenga que hacer ningún esfuerzo al respecto. Nosotros seremos los responsables de nuestro propio exterminio y el planeta seguirá su curso sin inmutarse, pero tú mismo afirmas un poco más adelante que El problema es que el ser humano en su conjunto no respeta a nadie ni a nada. En ese sentido comparto lo que expresas en tus poemas. Y efectivamente ese es el problema, que yo no creo en absoluto que el planeta vaya a poder seguir su curso sin inmutarse, el hombre en el corto espacio de tiempo que lleva sobre él —especialmente desde la revolución industrial— ha llevado a cabo cambios profundos e irreversibles en todos y cada uno de los ecosistemas que conforman el planeta, y los ha sembrado además de miles y miles de toneladas de basura (entre la cual la atómica) cuyos efectos a largo plazo desconoce. De nuevo mido las palabras, y hablo del hombre en general, sin particularizar o distinguir entre los que están en contra y los que están a favor de ese modo de proceder en aras del progreso, porque no me considero “ecologista” sensu stricto y porque —de nuevo— es otra discusión y para otro momento…
Por otra parte dices que Leyendo otra vez tus poemas y tus comentarios, entiendo que según tú lo del tsunami ha sido un castigo merecido, y comprenderás que por muy duros que tú y yo seamos con la raza humana, algo así es mejor expresarlo sólo poéticamente, por diferenciarlo del ensayo filosófico o científico, pero —de nuevo— en ningún momento creo que eso pueda inferirse del poema, antes bien tiendo a creer que —consciente o inconscientemente— tú has hecho esa lectura o que mi primer comentario te ha hecho situarla en esa perspectiva. Si es así mis disculpas, pero creo que los últimos versos son claros a ese respecto:
Sólo una intención sin meta, ajena
a dolor o piedad humana alguna,
altiva, inexorable, indiferente.
En cualquier caso hablando es como podemos y debemos entendernos, y este espacio al fin y al cabo es —entre otras cosas— para eso.
¡Un abrazo!
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